Yes, I´m a witch

Crecí en una familia llena de rockeros setenteros fanáticos de los Beatles.  Mi papá y sus primos tenían una banda de covers que animaba fiestas limeñas con los últimos hits del cuarteto de Liverpool. De niña escuché el White Album más veces que cualquier canción de Parchís, antes de tener uso de razón cantaba de memoria Lucy In The Sky With Diamonds y Across The Universe y, con el tiempo, cómo no, también escuché por todos lados hablar de Yoko Ono: la “china”, fea, bajita y vieja, con “vagina de aspiradora” que embrujó a Lennon hasta alejarlo de los fab four.

Todo lo que escuchaba de Yoko no hacía más que reforzar la idea de la arpía manipuladora que distrajo a su iluminado esposo de su proceso creativo, que le lavó el cerebro.  La perfilaban como una artista estafadora, vendedora de humo, merecedora del maltrato burdo de su arte conceptual, basta con ver en el famoso capítulo Los Borbotones de Los Simpson, una parodia de The Beatles en la que Barney se enamora de Kako, una artista japonesa de absurda extravagancia.

Digo con algo de vergüenza que tardé treinta años en descubrirla.  Una tarde, explorando entre la apreciada selección de libros de La Casa De Kanu, en Barranco, me crucé con uno llamado “Grapefruit: un libro de dibujos e instrucciones de Yoko Ono”.  Esta vez sin prejuicio alguno y con curiosidad, me sumergí por primera vez en la obra de un ser que encontré absolutamente fascinante, singular y encantadoramente extraterrestre.

En 2016 fui a Buenos Aires, donde pude ver su exposición retrospectiva Dream come True y, mientras volaba por distintas galaxias con cada una de sus obras, comprendí por qué Yoko, a los 33 años, no sabía ni cómo se llamaba la banda del tal John Lennon que un día entró a una galería de arte en Londres, donde ella exponía. El famosísimo chico flaco se sintió atraído por esta mujer japonesa de baja estatura que ni lo miraba, absorta en su propia obra forjada durante años de quemarse las pestañas estudiando y creando, sin permiso de nadie y sin medir la respuesta de su pequeña pero extravagante audiencia.

En 1951 ingresó a la universidad y logró ser la primera mujer estudiante de Filosofía en Gakushuin. Profundizó en el existencialismo, el marxismo, conoció las ideas pacifistas. Se especializó en composición y poesía contemporánea en el Sarah Lawrence College, una exclusiva escuela para mujeres donde se la recuerda por pasar los días escribiendo haikus (poemas cortos japoneses) bajo un árbol. Todo esto en épocas en que las mujeres no tenían permiso para salir de la cocina.

Yoko no era la tirana que emergió de la nada para arrimarse a la fama y dinero de Lennon. Ella venía de la aristocracia japonesa. Ese privilegio, sin embargo, no la libró  de conocer el hambre en tiempos de guerra. Y felizmente fue así, porque la dureza le dio profundidad. Profundidad que, a su vez, ella le imprimió a la obra de Lennon. La verdad detrás del mito de la enana diabólica es que en ella se cocinaban los ingredientes para convertirla en la bruja que necesita todo cuento de hadas: ser mujer, ser siete años mayor que John y ser asiática. Como si esto fuera poco, no era una groupie desmayada, no le gustaban los Beatles, no tenía tiempo para ellos. Gozaba de su propia reputación, cimentada desde que, en 1961, expuso sus primeras ‘instruction paintings’ en la galería neoyorquina AG de Georges Maciunas, el fundador del movimiento Fluxus. Simples frases que contienen un llamado a la acción para abrir la imaginación y la mente.

La mala fama de Yoko se debe a la amenaza que representaba para el mundo anglosajón de los sesenta, ajeno a modelos femeninos como ella, una profesional con voz propia, con ideas críticas sobre lo establecido, sin ganas de disfrazarse de princesa para encajar en una cultura occidental plagada de historias de sirenas que atraen con su canto a heroicos navegantes para luego matarlos, malnacidas portadoras de la ruina masculina y de enormes diluvios, desde Helena de Troya hasta Courtney Love.

Ono fue el chivo expiatorio de los fanáticos de los Beatles, adictos a la hinchada de corte futbolero, que necesitan masacrar a alguien cuando su equipo no gana. Tanto su vida como su obra fueron blancos perfectos para el racismo y el machismo.

Unos días antes de morir, John Lennon fue entrevistado por la BBC de Londres. A lo largo de la extensa conversación confesó que, de no haber sido tan machista, le hubiera dado a Yoko algo más de crédito por la autoría de “Imagine”. Y tiene sentido.  Si profundizamos en su obra y leemos sus instrucciones, no es absurdo pensar que esa canción es una más de sus obras locas y su marido, más bien, el que ejecutó la performance.

Japanese artist and musician Yoko Ono sits in a white-painted half bedroom entitled ‘Half-a-Room’, part of her recent avant-garde Half-a-Memory exhibition, on show at the Lisson Gallery in London, 11th July 1968. (Photo by Roger Jones/Keystone Features/Getty Images)

Publicado por pamelardrgz

Autora/ Compositora/ Cantante

3 comentarios sobre “Yes, I´m a witch

  1. Hola Pamela, yo también pensaba que la Yoko era la tiraba que separó a los Beatles. Gracias por profundizar lo que realmente ella fue. Ahora se entiende por qué John escribió Woman, porque quiso remediar el protagonismo que no le daba. Saludos desde Chimbote 😃🇵🇪

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  2. Siempre me fascinó Yoko Ono. Había algo que me seducían. Si bien no era la típica “mujer” de los Beatles, ella marcaba la diferencia y causaba mucha polémica. Eso me gustaba muchísimo. Gracias por enriquecer tantísimo con estos valiosos aportes.

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  3. Para todos y todas. Mi amado Hombre:⁣

    Te libero del cuento donde siempre tienes que ser el príncipe, el valiente o rescatador, y por supuesto, el príncipe encantador.⁣

    Te libero del cuento donde buscas, rescatas, y amas a una princesa.⁣

    ¿Qué tal si a quien amas es a la bruja,⁣ al dragón, a la campesina, a la que se rescata sola, a la que no vive en el castillo, a la que no es la más bella más que para tus ojos?

    Te libero del cuento donde tienes que ser de un color: el azul.⁣

    ¡Qué absurda manera de encasillarte habiendo un mundo de colores, sabores y oportunidades para ti!

    Vístete del color que quieras, rojo, amarillo, negro, arcoiris… ¡El que tú quieras!⁣

    Te libero del cuento donde siempre eres fuerte, el más valiente, el más guapo y el que, por supuesto, ya posee un castillo. ⁣

    El que tiene tesoros y riquezas o, por lo menos, alguna herencia. ⁣

    ¡A ti también te han dañado y te han impuesto estereotipos de valentía, posesión y fortaleza!⁣

    Te libero del cuento donde jamás se te permite llorar, donde la confusión, el caos y la derrota no existe, donde te has dado cuenta de que tu papá no es un Rey. ⁣

    ¿Qué tal si no quieres ser el héroe?⁣

    Quizá se te antoja ser el villano, el que no puede, el que renuncia a todo, el que es salvado, y el que no quiere tener princesa o un cuento de: “Se casaron y fueron felices por siempre.”⁣

    Te libero del cuento donde siempre hay mil batallas, monstruos, dragones, oscuridad, y con ello la consigna de que para todo se tiene que luchar, que todo es guerra y competencia. ⁣

    Te libero del cuento, del hechizo, y del amor mágico e impuesto, para que mejor construyas tu mundo a tu manera, como tú elijas, y desde tu propia identidad.⁣

    Te libero del cuento y te cuento que:⁣
    ⁣¡Nosotras ya aprendimos a rescatarnos solas!

    Ya no somos princesas frágiles, ya no estamos dormidas ni atrapadas en nuestro cuento.⁣

    Amamos al hombre que ríe, juega, es inteligente, sarcástico, sensible, miedoso y llorón. ⁣

    Nosotras ya salimos del cuento y te esperamos en este lado, en la vida real donde tú puedes ser TÚ, y yo puedo ser YO.⁣

    Sin tanto cuento.⁣

    Susy Landa

    Laura Álvarez Caram BIODESCODIFICADORA

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